Trump y Xi dan un respiro a la guerra comercial

Después de seis años sin verse cara a cara, Donald Trump y Xi Jinping volvieron a la mesa y lograron lo que parecía improbable: un alto parcial en la larga disputa comercial que ha agitado los mercados globales. El encuentro, celebrado el jueves en Busan (Corea del Sur), concluyó con un acuerdo para rebajar aranceles estadounidenses y garantizar el suministro chino de tierras raras, las materias primas que lubrican desde la industria militar hasta la tecnológica.

Para Trump, la cita fue un “gran éxito”. Xi la calificó de “importante consenso”. Más allá del lenguaje diplomático, ambos líderes enviaron una señal de tregua a los inversores, después de años de escalada y represalias que sacudieron cadenas de suministro en todo el mundo.

El republicano anunció que Washington reducirá algunos aranceles impuestos a productos chinos. A cambio, Pekín mantendrá abierto el acceso a las tierras raras, un recurso en el que China tiene hegemonía global y que Estados Unidos considera estratégico. Trump precisó que se firmó un acuerdo de un año, prorrogable, que obligará a las autoridades chinas a suspender restricciones a las exportaciones.

La Casa Blanca también obtuvo un compromiso inmediato con impacto político en el interior: Xi aceptó que China compre “enormes cantidades” de soja y otros bienes agrícolas estadounidenses. El anuncio aparece como un trofeo para Trump ante los agricultores, una base electoral clave, pero amenaza con enfriar el impulso exportador de países latinoamericanos —principalmente Brasil y Argentina— que habían ocupado ese espacio durante la disputa.

El mandatario norteamericano agregó que su homólogo iniciará “el proceso de compra de energía estadounidense”, una fórmula que podría incluir petróleo y gas, incluso de Alaska. Equipos técnicos de ambos países continuarán las negociaciones sobre un eventual acuerdo energético.

Fentanilo y un gesto político para Washington

El diálogo también abordó un tema delicado para Washington: el tráfico de fentanilo. Trump aseguró que Xi se comprometió a “trabajar muy duro” para frenar el flujo del opioide hacia Estados Unidos. Con ese argumento, anunció que el arancel del 20% impuesto por la administración estadounidense se reducirá a 10%, considerando la respuesta china.

La escena posterior resumió la tensión y frialdad de la relación: no hubo declaraciones conjuntas. Trump se dirigió de inmediato al Air Force One, levantando el puño ante las cámaras; Xi, en silencio, regresó a su limusina. Durante la reunión, que se extendió casi dos horas, cada líder estuvo acompañado por su círculo político: del lado estadounidense, el secretario de Estado, Marco Rubio; del chino, el ministro de Exteriores, Wang Yi.

En un giro que levantó cejas en la comunidad internacional, Trump reveló menos de una hora antes de la cumbre que había instruido al “Departamento de Guerra” para comenzar pruebas nucleares “en igualdad de condiciones”. Argumentó que China es “un distante tercer lugar” en capacidad nuclear frente a Estados Unidos y Rusia, pero advirtió que podría igualar su poderío en cinco años.

Pese a esa advertencia, Xi abrió la reunión con una frase conciliadora: “Nuestros países deben ser socios y amigos”. El desafío será determinar si la tregua comercial marca el inicio de una relación más estable o simplemente un paréntesis en una rivalidad económica que define el tablero global.

Fuente: Finanzas Digital

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