La filantropía en América Latina sigue siendo una práctica incipiente. De acuerdo con un informe elaborado por The Resource Foundation y Dalberg Advisors, con el apoyo de la Fundación Rockefeller, las donaciones privadas en la región representan apenas entre 0,2% y 0,3% del Producto Interno Bruto (PIB), muy por debajo del promedio de otros países emergentes y de las principales economías desarrolladas.
Mientras en Estados Unidos las contribuciones privadas alcanzan el 1,5% del PIB, en Canadá llegan al 1% y en el Reino Unido rondan el 0,96%, la región latinoamericana se mantiene rezagada en materia de cultura filantrópica y de inversión social.
Según el estudio, esta brecha se da a pesar de la fuerte concentración de riqueza existente: el 10% más rico de la población latinoamericana concentra cerca de un tercio de los ingresos totales. Los autores destacan que movilizar apenas 1% adicional del patrimonio de los ultrarricos podría generar unos US$ 5.000 millones anuales para proyectos de desarrollo, una cifra comparable al monto total de la cooperación internacional que llega cada año a América Latina.
Una oportunidad desaprovechada
El informe, titulado “Cinco agendas para activar la transformación del sector filantrópico en América Latina y el Caribe”, señala que la región cuenta con un enorme potencial económico y humano, pero carece de los mecanismos institucionales, fiscales y culturales que incentiven la filantropía a gran escala.
“América Latina tiene los recursos y la capacidad para liderar su propio cambio. Lo que falta es activar ese potencial a través de la confianza, la colaboración y la visión a largo plazo”, afirmó Beatriz Guillén, directora ejecutiva de The Resource Foundation.
Entre 2018 y 2020, el continente recibió en promedio US$ 400 millones anuales de donaciones privadas internacionales, frente a US$ 2.900 millones en África y US$ 1.400 millones en Asia, lo que refleja una menor atracción de capital filantrópico global. Esto se debe, según el informe, a la clasificación de la región como de “ingreso medio”, que tiende a ocultar las profundas desigualdades sociales y económicas que persisten.
Falta de confianza e inversión estratégica
La filantropía latinoamericana, explican los investigadores, enfrenta obstáculos estructurales como la desconfianza hacia las instituciones, la ausencia de políticas de incentivos fiscales, la falta de profesionalización del sector y la escasa articulación entre actores públicos y privados.
“Necesitamos una filantropía que vaya más allá de la caridad y las soluciones de corto plazo”, señaló Lyana Latorre, vicepresidenta de la Fundación Rockefeller para América Latina. “El desafío es generar inversiones con propósito, sostenibles y alineadas con los grandes objetivos de desarrollo de la región”.
Cinco agendas para transformar la filantropía
El informe propone cinco líneas de acción prioritarias para dinamizar el sector:
Construir alianzas sostenidas con metas comunes y de largo plazo.
Movilizar recursos locales, diversificando la base de donantes.
Fomentar la inversión con propósito, enfocada en impacto social y ambiental.
Fortalecer el liderazgo local y la capacidad de las comunidades para gestionar su desarrollo.
Profesionalizar la filantropía, mejorando la transparencia, la rendición de cuentas y el talento humano del sector.
Un reto compartido
Los autores advierten que, ante la reducción de la cooperación internacional y la creciente desigualdad, la filantropía regional puede convertirse en un actor clave para financiar soluciones innovadoras en educación, salud, cambio climático y tecnología social.
“La verdadera transformación llegará cuando la filantropía deje de ser asistencialismo y se convierta en estrategia de desarrollo”, concluye el documento.
Fuente: Finanzas Digital