Una revisión exhaustiva realizada por la agencia de noticias Associated Press encontró que una refinería con sede en São Paulo, Brasil, procesa oro para un intermediario acusado por los fiscales brasileros de comprar el metal extraído ilegalmente en tierras indígenas y otras áreas en lo profundo de la Amazonia.
La empresa Marsam, de acuerdo con el trabajo firmado por los periodistas David Biller y Joshua Goodman proporcionó el oro para las medallas que se usaron en los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro en 2016.
Y cinco años después procesaba el oro que compraron cientos de conocidas empresas estadounidenses que cotizan en la bolsa, entre ellas Microsoft, Tesla y Amazon, que están legalmente obligadas a obtener metales de manera responsable de una industria que durante mucho tiempo ha generado preocupaciones ambientales y laborales.
La agencia de noticias señaló que la escala de la prospección en tierras indígenas se ha disparado en los últimos años. Esto implica la creación de pistas de aterrizaje ilegales en el bosque para que aviones no autorizados transporten equipos pesados, combustible y retroexcavadoras para desgarrar la tierra en busca del metal precioso.
En la investigación se afirma que la débil supervisión gubernamental del presidente Jair Bolsonaro, hijo de un buscador de oro, solo ha exacerbado el problema de la minería ilegal de oro en áreas protegidas.
Dudoso certificado
Los expertos también critican un programa de certificación internacional utilizado por los fabricantes para demostrar que no están usando minerales que provienen de zonas de conflicto, diciendo que es un ejercicio de lavado verde.
“La gente sabe de dónde viene el oro, pero no se molestan en retroceder mucho en la cadena de suministro porque saben que entrarán en contacto con todo tipo de actividad delictiva”, dijo Mark Pieth, profesor de derecho penal en la Universidad de Basilea en Suiza y autor del libro Lavado de oro, publicado en 2018.
El oro extraído ilegalmente en la selva tropical se mezcla en la cadena de suministro y se fusiona con oro limpio para volverse casi indistinguible. Se saca de la jungla en los bolsillos polvorientos de los buscadores a la ciudad más cercana, donde se venden a los corredores financieros.
Todo lo que se requiere para transformar el mineral en bruto en un activo negociable regulado por el banco central, puntualizó AP, es un documento escrito a mano que certifique el punto específico de la selva donde se extrajo.
Fuente: El Nacional